La mesa se ha llenado de fotos y hojas muertas, de viejos manuscritos y pedazos de vida clausurada. Las fechas y los gestos sepultan mi escritorio: memorias de quién sabe qué mirada deshaciendo inmortal su huella seca. Quizás la paradoja del tiempo sea esto: un brillo irreverente en unos ojos, una absurda sonrisa congelada y un no reconocer ese momento. El olor de repente que nos lleva a un instante pasado y un saber que es olvido.
Blog personal de Lola Mascarell. Historias cotidianas, del aula a la poesía