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Mostrando entradas de 2019

Temporada de avispas

Un avión cancelado y una espera infinita, me permiten terminar de leer la novela que acabo de empezar.  Temporada de avispas . Premio Tusquets de novela 2019. Hay muchos detalles que me acercan a la autora, Elisa Ferrer, coincidencias cronológicas, geográficas y, sobre todo, literarias. Es como si la conociera sin conocerla. Como si una parte de mí fuera una parte de ella. Y la identidad, eso que una es o va siendo a lo largo de la vida, es el tema que late en las historias que nos cuenta este libro. La autora de esa obra, la niña que vive dentro de nosotras, es su protagonista: las historias que se cuenta, las que le cuentan, las mentiras que descubre o las que imagina, la adulta que la recuerda y la que la niega, la que pasa de ella y la que intenta escucharla, ella es la que nos va modelando, ella es nuestra arquitecta.  Yo también ando escribiendo sobre la infancia, de modo que la niña sobre la que escribo conversa con la niña que leo en el libro de Elisa Ferrer. Las dos fue

Pequeños paraísos

“Cuando puedas doblarte sin romperte, ser flauta y amigo del viento, conservar tu verde vigor, crecer junto a otros sin perder altura, estar vacío por dentro pero robusto por fuera; y ofrezcas tus brotes sin temer a ser desposeído, y la lluvia te acaricie y la cola de la marta y la mano de un artista –tú mismo- te guíen por la vida, sereno y noble, dale gracias al bambú que lo hizo antes que tú” Zhu Pu , Tratado del bambú,  Pequeños paraísos.  El espíritu de los jardines.  Mario Satz.        Lo dicen los jazmines: todo lo que nos duele es pasajero, las cosas que nos preocupan a veces no son importantes, el leve soplido de un niño puede hacer volar decenas de jazmines, “la desesperación ( yas ) es un error o una mentira ( min )”, por eso “quienes lo cultivan, lo huelen o simplemente contemplan atentos se creen alejados de la desgracia al menos durante unas horas, minutos o instantes”. Lo dice Mario Satz en “Pequeños paraísos”, un libro precioso sobre el espíritu de l

Un saber que es olvido

La mesa se ha llenado de fotos y hojas muertas, de viejos manuscritos y pedazos de vida clausurada. Las fechas y los gestos sepultan mi escritorio: memorias de quién sabe qué mirada deshaciendo inmortal su huella seca. Quizás la paradoja del tiempo sea esto: un brillo irreverente en unos ojos, una absurda sonrisa congelada y un no reconocer ese momento. El olor de repente que nos lleva a un instante pasado y un saber que es olvido.

Volar

Cuando uno ha caminado con amigos que aman la montaña de verdad, salir a caminar implica de algún modo salir con todos ellos. Los amigos te van acompañando porque esa es su misión, la de ir contigo, señalarte las cosas y decirte: ¿Has visto aquella loma?  ¿Escuchaste ese canto? ¿Sabes que en esta zona se libró una batalla? Caminan contigo y señalan las cosas, son deícticos. Poner nombre a lo anónimo es también su misión. Te ponen nombre a ti porque son ellos quienes hacen de ti un ser irrepetible.                     Un miembro de ese grupo es Antonio Cabrera. Camina con nosotros desde hace muchos años, sobre todo si hay pájaros. Él es el encargado de ir poniéndoles nombre porque es capaz de distinguirlos por su canto. El mirlo, la abubilla, el petirrojo, el tenaz arrendajo. También pone adjetivos y nombres a los árboles, a la época precisa de las flores, a los caminos secretos que recorren la Sierra de Espadán. Desde que Antonio no está aquí, en la tierra, lo imagino en el cie

Comedia

Cada día, cuando Beatriz pasa por la calle, Dante se asoma a la ventana para poder saludarla. Se le acelera el corazón al presentir sus pasos, el leve rumor de la tela de su vestido, el cambio de temperatura de su sombra proyectada en el empedrado. Todo es significativo en esos breves segundos. Que ella se toque el cabello, que mire hacia el otro lado, que tropiece con los adoquines o se acaricie la boca. Durante el resto de la jornada siguen pasando cosas. Ninguna tendrá importancia. Todo gira imantado en ese encuentro. Todo alumbrado por el recuerdo y por la proyección futura de ese breve momento de contacto. El tiempo sigue pasando. Un día Beatriz deja de sonreírle. Después se marcha definitivamente. Dante escribe, pensando en ella,   La vitta nuova, y es ella quien le espera en el cielo de su famosa   Comedia .   Ocho siglos después, el joven José María Micó, se enamora de ella con una pasión casi adolescente y jura que algún día la traducirá al castellano. Hay otras traducc

Prestar atención

“Como la mayor parte del tiempo la pasamos inmersos de mil maneras en lo impersonal, cuando salimos del flujo nos hallamos al principio desconcertados - ¿no es significativo que cueste tanto aguantar la soledad y el silencio?-, pero luego empezamos a ver…” Josep María Esquirol   Desde dentro la montaña no se ve. Hay que ir a los valles para poder mirarla. Desde los valles del Camp de Turia, la Sierra Calderona es un relieve azulado hecho de aire. Aún no son las nueve. Sin embargo, las características meteorológicas -nublado con sol poniente en día de calor asfixiante- convierten el paisaje en un territorio imaginario. El contraste de naranjas y azules, la cresta ardiente de los árboles, el polvo amarillo en suspensión, llenan de irrealidad las imágenes que el camino me regala. No sólo he cambiado la perspectiva. También el ritmo. El trote de mis pies conforma una música distinta que se une al compás de mi respiración y al estridor resistente de las cigarras. He subido por la

Los libros mágicos

Como este año me han tocado grupos un poco inquietos y rebeldes en el instituto, estoy usando más que nunca la imaginación. Veo excusas para el juego por todas partes, y en cada juego o excusa una posibilidad de aprender algo. Lo hago muchas veces: dejar los ejercicios y las fichas a un lado y tratar de enseñar de otra manera. Asistida quizás por este espíritu lúdico y aventurero, hace unas semanas se me ocurrió decirles que el libro de poemas que tenía encima de mi mesa era un libro mágico: si lo abrís con el corazón (les dije modulando la voz) y dejáis vuestra voluntad en manos del azar (ahí dejé que la mirada se me perdiera en el fondo de la clase), hallaréis en el poema que os salga al encuentro algo que os sirva para interpretar vuestras vidas, para conocer vuestro futuro. Porque este libro (y puse la palma abierta de mi mano encima de la portada) es un libro capaz de adivinar lo que os está pasando. Un río de manos se alzó entonces al aire para pedírmelo. Porque cuando tiene

Mujeres trabajadoras

Mi bisabuela nació en 1889. Un año después que el turrón más caro del mundo. No es que quiera hacer un chiste, es que quiero subrayar lo mucho que ha llovido desde entonces. Se casó joven y se vino a vivir a una casa en el barrio del Carmen. Siendo aún una niña, a los 19 años, tuvo a su primera hija, que sería mi abuela. Según cálculos de mi tía la mayor, mi bisabuela debió de pasar aproximadamente por 12 embarazos: cinco hijas, tres niños muertos antes de los dos años y un buen puñado de abortos. Las tres últimas tuvieron que ser criadas por un ama, porque a ella ya no le quedaba leche para amamantarlas. Las amas de cría lo eran muchas veces porque sus bebés habían muerto. Salvaban al bebé de otra con las cenizas de su maternidad truncada. Otras tenían para los suyos y los de las demás: eran hermanos de leche. Una de las tres niñas que dieron, una gemela, murió sin cumplir el año. Además de madre, mi bisabuela era comadrona. Ayudaba a traer al mundo los be

El patio del colegio

Circunstancias administrativas que evito relatar, me han llevado estos días a tener que asistir a un curso al lado del colegio donde estudié cuando era pequeña. Quiere el destino también que en estos mismos días esté traduciendo a palabras algunos recuerdos y memorias de aquellos tiempos lejanos. Porque a veces, muy pocas pero muy intensas, las cosas se alían delante de nosotros para mostrarnos el mundo con una intensidad redoblada. La gente normal les llama casualidades. Nosotros, los poetas, preferimos llamarlo emoción poética. Y en ella me sumerjo cada vez que paso por aquella zona, igual que se sumergen mis ojos en el agua de la fuente que aún perdura en el patio del colegio. Una fuente de mármol con cuatro caños pegada a la pared de ladrillo  caravista  y que apenas me alcanza la rodilla. Así de pequeños fuimos. Más bajos que mis muslos. Pequeños e independientes para correr y jugar y beber y caernos y llenarnos las rodillas de peladuras y hacer cola en la fuente cuando nos e

Clases de literatura

“Se ha escrito que la belleza es ‘lo que resplandece y deslumbra’ (Homero), una manifestación del bien (Platón), la armonía entre las partes (Aristóteles), otro nombre de la gracia espiritual (Plotino), ‘aquello que complace universalmente sin necesidad de concepto’ (I. Kant), ‘un reconocimiento de lo general en lo particular (A. Schopenhauer), un tónico que hace más digerible la verdad (F. Nietzsche), un exorcismo contra la muerte (G. Leopardi), ‘un instinto social’ (E. Burke), ‘una promesa de felicidad’ (Stendhal), ‘la inminencia de una revelación que no se produce’ (J.L. Borges), un indicador de calidad genética (E.O. Wilson) y no sé cu ántas cosas más. Más allá de definiciones teóricas y más acá de una emoción compartida, la belleza de un libro existe únicamente en la mente del que lo lee.” Santiago Berruete, Cultivar la mirada, Verdolatría A veces me devano los sesos intentando explicar en clase qué es literatura. Sobre todo porque odio las definiciones que vienen en lo