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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Alas para volar

Uno de los grandes tesoros de la infancia es la capacidad de ver unas cosas a través de otras: adivinar trenes en las cajas de cerillas, hacer volar palomas en las sombras de unas manos, o intuir monstruos tras las puertas del armario en noches de tormenta. Luego la edad adulta nos va inyectando su dosis de realidad y las metáforas se convierten en un simple divertimento intelectual. Entendemos que una cosa se pueda parecer a otra, pero somos incapaces de verlo -como decía Ortega- al través. Las cosas se nos van volviendo literales como los frutos que caen en otoño del árbol. El poeta intenta mantener la mirada del niño despierta para poder escribir, para que las metáforas no vengan mediatizadas por la razón y por tanto sin vida. Alimenta su fe como quien da de comer a las palomas. El poeta admira al niño porque sus metáforas están vivas y trepan por las paredes como enredaderas llenas de savia. El profesor, sin embargo, se siente incapaz de hacerlas crecer. La educación con sus inerci