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Mostrando entradas de abril, 2018

Escribir

I Entender el final de cualquier cosa es un acto complejo. Lo es aunque sepamos todo el tiempo que un final es lo único que se puede esperar de este principio de vivir en la más pura ignorancia. Así vamos borrando en soliloquio de palabras no dichas cada inicio posible ¿Para qué? Si todo está prescrito, si ya se nos dibuja el desenlace antes de haber soñado su comienzo. Pero a veces se impone, con el día quizás, con la semana, con el largo camino hacia algún sitio, con la mueca de herrumbre y desamparo que dibujan los rostros en el turbio cristal de sus anhelos, un vago espejismo de infinitud. La energía fugaz de ese relámpago es la causa y también la consecuencia de todos nuestros miedos. Y también de este afán que es escribirlos. II De pronto echo de menos el chute de energía de los primeros poemas, de los versos leídos en la adolescencia, cuando florecía ante mí, con toda su carga cinética, la magia de unos versos robados al sueño. A la luz de la lámpara velada se abría