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Mostrando entradas de julio, 2017

Una iluminación

… Ahora bien, pero es lo cierto que de hecho nada pasa, sino que eternamente seguimos condenados todos, cada uno a ser el que es, y no otro nunca, sino siempre el mismo, y, por lo tanto, en realidad no somos innumerablemente iguales, sino todos el mismo y uno solo, y es la necesaria voluntad de cada cual de ser el que es, no otro,   la que hace que las cosas necesariamente sean lo que son, que sea el Ser el que es y pueda proclamar con insufrible fanfarronería “Soy el que soy” ... Agustín García Calvo, Sermón de ser y no ser Volvía a casa ya. Iba atenta a los coches, a las cosas   que haría al regresar: nada veía. La sombra de la bici proyectaba su silueta alargada entre los campos, y yo no la veía. Pasaba, circulaba, hasta que algo muy simple y muy extraño iluminó la escena y todo se volcó. De pronto yo era todos los que alguna vez fueron en esa coordenada, en esa luz: la madre que habitaba en unas ruinas que antaño fueron casa, el hombre con la

Ordenando papeles

Adolescente fui en días idénticos a nubes, cosa grácil, visible por penumbra y reflejo, y extraño es, si ese recuerdo busco, que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy. Luis Cernuda, Donde habite el olvido Es una tarde de domingo de 1994. La chica está en su casa con los deberes sin hacer. Han cambiado la hora, y anochece muy rápido, y una nostalgia densa, irrespirable, anida en su habitación, junto al flexo naranja. No ha sido capaz de encontrar una excusa para bajar a la calle. Afuera están las cosas que desea. En su carpeta, fotografías de Kurt Cobain, portadas de los Led Zeppelin, mandalas coloreados con ceras Manley, dibujos a medio hacer y entradas de discoteca. Como el tiempo no pasa de ninguna manera   y en su cuarto vacío apenas pasa nada, decide llenar su soledad escribiendo en un folio todo lo que le ocurre. Es algo, por otra parte, que le pasa bastante a menudo. Ha leído a algunos autores, pocos; ha sentido vivamente la de

Escribir por la mañana

“… es la mañana lo que nos hace creer. Siempre hay que partir al alba cuando se camina. Para acompañar la salida del sol. Y en   esa hora indecisa, en esa hora azul, se siente como el balbuceo de la presencia. Andar por la mañana significa reconocer la pobreza de nuestra voluntad, en el sentido de que querer es lo contrario de acompañar” A propósito de Thoreau, Frédéric Gros, Andar una filosofía. El aire de las cosas aún no hechas se mueve entre las copas de los pinos. Es una brisa fresca y olorosa que despierta a las ramas con su canto de siglos. Es el mismo de todas las mañanas y es siempre distinto. Los pájaros dormidos asisten a este rito, lo cantan, lo celebran en un idioma indescifrable. Todo parece ordenado y limpio, azul clarísimo, casi blanco. Atrás queda el desorden de la noche turbia, de los sueños y las sombras acechantes, atrás queda el silencio de las horas dormidas. Cantar es celebrar que todo empieza de nuevo y que se abre ante nosotros la ilusión de un nuevo