Como este año me han tocado grupos un poco inquietos y rebeldes en el instituto, estoy usando más que nunca la imaginación. Veo excusas para el juego por todas partes, y en cada juego o excusa una posibilidad de aprender algo. Lo hago muchas veces: dejar los ejercicios y las fichas a un lado y tratar de enseñar de otra manera. Asistida quizás por este espíritu lúdico y aventurero, hace unas semanas se me ocurrió decirles que el libro de poemas que tenía encima de mi mesa era un libro mágico: si lo abrís con el corazón (les dije modulando la voz) y dejáis vuestra voluntad en manos del azar (ahí dejé que la mirada se me perdiera en el fondo de la clase), hallaréis en el poema que os salga al encuentro algo que os sirva para interpretar vuestras vidas, para conocer vuestro futuro. Porque este libro (y puse la palma abierta de mi mano encima de la portada) es un libro capaz de adivinar lo que os está pasando. Un río de manos se alzó entonces al aire para pedírmelo. Porque cuando tiene...
Blog personal de Lola Mascarell. Historias cotidianas, del aula a la poesía