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Sabor



El 20 de agosto mi tía Antoñita preparaba helado de mantecado con crocanti. Era uno de los muchos manjares que se cocinaban para celebrar el cumpleaños de mi abuela. Granizados, fartons, tartas de limón con merengue, emparedados de atún con tomate, embutido y habitas, cocas de pisto, dulces de anís… Mi abuela era la mayor de cinco hermanas, la g
ran matriarca de la familia. La única mujer que no había trabajado fuera de casa. Su misión había sido cuidar de todos los que sí salían a trabajar. Y también de mí. Era la hermana mayor, la madre, la abuela. El 20 de agosto nos juntábamos todos en el chalet alrededor de varias mesas improvisadas con caballetes y puertas de madera. Los niños nos bañábamos en la piscina mientras los mayores tomaban sus cervezas y contaban anécdotas. A veces se sacaba una guitarra. A veces un juego de mesa. A veces había globos y cucañas. Mi abuela y sus hermanas se sentaban en un extremo del jardín y posaban para las fotos. Todas con sus babis de flores. Cuando era pequeña, las abuelas siempre llevaban babis de flores. Y el pelo teñido de gris perla. Aun celebrando el paso del tiempo, éramos felices. Los días empezaban a oscurecer antes. Y la amenaza del colegio enseñaba ya sus colmillos de acero. Aquí y ahora eran el único tesoro. Y bailábamos, bailábamos como locos al son de un deslumbrante todavía.

 

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El yogur

Es mayo, treinta y uno. El sol sobre las cosas es aún el gesto despistado que una mano dibuja al despedirse.  Tú comes un yogur sentada junto a mí en el banco del parque. Yo miro alrededor y pienso en cómo hacer para parar ese ahora que pasa a toda prisa. Vivir con más conciencia cada paso. Sentir la intensidad de este momento. Tú comes el yogur muy lentamente, mojando la cuchara con la punta, ajena a todo aquello que yo pienso. Si seguimos así, el yogur durará hasta que se haga la hora de comer. Por un momento siento la tentación de darte prisa, de coger la cuchara y cargártela más. Qué tontos los adultos, cómo pasa delante de nosotros esa sabiduría que albergamos de niños. Vivir la eternidad consiste en eso: tardar más de una hora en comer un yogur.

París es una enorme metáfora

Viajar a París es, también, habitar el interior de un libro, transitar páginas que son calles, perseguir las huellas de los personajes, en mi caso de Horacio y de la Maga.”Huella y aura. La huella es el anuncio de una proximidad, por lejano que esté quien la dejó. El aura es el anuncio de una lejanía, por cerca que esté lo que la evoca. Mediante la huella, nos apropiamos de la cosa; mediante el aura, la cosa se apropia de nosotros”. La cita es de Walter Benjamin, de un librito con apuntes sobre la ciudad de París recientemente comprado en el Gu gg enheim de Bilbao y llevado de mi mano hasta el Louvre. Al fin y al cabo -aquí también- todo está lleno de puentes. Buscar correspondencias, que cada cosa remita a otra -un rostro a otro rostro, una frase a otra frase- es, en palabras de Benjamin, la verdadera esencia del flaneur . Y como tales nos dejamos llevar por las calles heladas y su fragor navideño. Escribe Proust: “Entonces, totalmente alejado de esas inquietudes liter
  “Quien educa tiene un jardinero en su interior porque siembra la semilla de la curiosidad para que sus alumnos florezcan por dentro” Santiago Beruete (Aprendívoros) Una de las mejores sensaciones que conozco es la de entrar a una clase por primera vez. Cruzar la puerta, encender la luz, situarse delante de la pizarra, y mirar todas esas caras nuevas que esperan a ver qué les cuentas. Durante unos segundos, el mundo se detiene en el vuelo de los dados que un dios desconocido lanza al aire. Hay un silencio expectante que espera una palabra, un gesto, una sonrisa, una mano tendida o un sonido que vuelva a poner el mundo en marcha. Es un silencio que no se volverá a repetir en todo el curso. No de la misma manera. Es el silencio compartido que dibuja en el aire un grupo de desconocidos que te mira desde sus pupitres mientras tú los miras a ellos. Sabes que vais a pasar mucho tiempo juntos, que en unos minutos el rumor de los pupitres se irá convirtiendo en algarabía. Sabes que vais a com